domingo, 29 de novembro de 2009

El viaje, el matrimonio, nueva vida

El año 1928 ha sellado su destino, cuando ganó el codiciado premio de viaje, lo que le permitió visitar Francia, Italia, Inglaterra y España, regresando a Brasil después de dos años.
El resultado de su viaje al parecer, que lo vieron, decepcionante. En dos años, había pintado sólo tres vidas pequeñas aún. Sólo eso y nada más.
Sin embargo, el año de 1930 marcó un punto de inflexión en su vida. En primer lugar, se casó con Maria Victoria Martinelli, un uruguayo que sería para siempre, el pilar de su carrera. En segundo lugar, con el bagaje cultural adquirido durante el viaje, comenzó a pintar salvajemente, a veces, incluso una mesa de cada día.
Poco a poco, deshacerse de la protección de la Academia, su arte ganó la fluidez y la libertad, y en 1931, ya se ha notado en el Salón de la Revolución, donde su obra, ecléctico y extenso, es bien recibida tanto por los estudiosos como el precursor del arte moderno .
La Escuela Nacional de Bellas Artes, se llevó a Lucio Costa, a fin de abrir los horizontes de esa institución. Brasil ha vivido el encanto de la 2 ª República, que comenzó en 1930 y el gobierno revolucionario, la necesidad de construir edificios para acoger la nueva estructura de poder, comenzaron a buscar a los artistas con las ideas por delante de su tiempo.
Durante todo el período del Estado Novo, después de una carrera corta y frustrante como profesor de pintura, Portinari es obtener órdenes oficiales, uno tras otro: el Ministerio de Educación en el pabellón brasileño en la Feria Mundial de Nueva York, la Biblioteca del Congreso en Washington etc. etc. Por último, por invitación del alcalde de Belo Horizonte, Juscelino Kubitschek, trabaja en el controvertido proyecto de la Iglesia de San Francisco, el conjunto arquitectónico de Pampulha. Portinari, de confianza en el futuro, trabajado duro, y el futuro se convirtió en el presente.

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